La académica fue reconocida por su labor y contribución a la salud pública en Chile, especialmente por su trabajo realizado desde la universidad.
Fecha: 26 de julio 2019
Pudo escoger una carrera dentro de organismos públicos; sin embargo, para la Dra. Paula Bedregal, académica del Departamento de Salud Pública, la academia ha ejercido suficiente atracción para mantenerse durante casi 30 años en la Universidad Católica. Aunque eso no signifique que ha dejado de colaborar en pro de la creación de nuevas políticas públicas y en el análisis de la epidemiología regional.
Fascinada por las matemáticas, la medicina y las ciencias sociales desde temprana edad, la ganadora del Premio Abdón Cifuentes 2019 ha trabajado toda su vida para unificar sus pasiones en la academia: a través de la investigación cruza puentes entre las ciencias sociales y la medicina.
“Un bicho raro”
Al egresar del pregrado de Medicina UC, la Dra. Bedregal fue directo a la atención primaria durante dos años hasta que volvió a la universidad para realizar una beca mixta entre Salud Pública y Pediatría, combinando su pasión por la clínica con el estudio poblacional.
Una de las razones para quedarse fue ver crecer el Departamento de Salud Pública, que en ese entonces eran cuatro profesores, y la creación de Medicina Familiar del Niño, un programa del fue parte desde el inicio. De ese pequeño grupo le quedaron costumbres marcadoras: como leer el Diario Oficial casi todas las mañanas para “tener un ojo en los proyectos políticos”, la pasión por las enfermedades crónicas cuando todavía no era un tema nacional y el uso de la estadística aplicada.
Poco a poco también fue formándose en distintas disciplinas, incluso le pidió pasar por el área de ciencias sociales durante su beca, creando una mirada transversal para entender los problemas en salud. “Al principio yo era como un bicho raro y la gente me cuestionaba”, confiesa.
No se despidió nunca de la UC, excepto cuando realizó un fellow en el Imperial College of Londres en donde aprendió sobre administración en salud y el uso de la evidencia para la toma de decisiones. Hasta su doctorado lo realizó en Psicología UC, siguiendo su tradición de buscar conocimientos áreas distintas a la medicina pasó un verano aprendiendo lo básico de la psicología para ingresar en el programa de doctorado.
Entender y no juzgar
La doctora Bedregal sabe que es reconocida también por su vocación por la medicina integrativa (la mezcla lo tradicional y métodos no convencionales); sin embargo, la historia de su vida siempre estuvo dirigida a esta área: hace yoga desde la adolescencia y medita, incluso con métodos del catolicismo, desde la universidad.
Aunque hay ciertas experiencias que la han marcado especialmente: una de ellas fue cuando visitó a finales de 1990 una de las poblaciones más pobres en ese momento en Latinoamérica (Challapata, Bolivia). Le costó entender algunas de las costumbres locales; sin embargo, la compañía de un antropólogo durante su estancia le hizo darse cuenta de toda una forma distinta de ver de primera mano los problemas de la gente.
“A uno se le abre la cabeza y esa experiencia en Challapata me sirvió a mí para decir: ‘el tema no es aquí juzgar sino entender’; eso me ha ayudado desde mi formación y en todo lo que hecho en políticas pública”, recalca.
Más de 20 años han transcurrido de la experiencia, que uno fue la última que hizo en la zona; de hecho, esa nueva identidad le llevó a entender las particularidades de desarrollo en ciertas comunidades: el estar con la gente ha sido, finalmente, su modo de vida.