Todos fuimos testigos de la ola de críticas que recibió Franco Ferrada, quien se encuentra recuperándose de las heridas por haberse lanzado en la jaula de leones en el zoológico de Santiago. En la misma semana en Estados Unidos un niño de 3 años caía a un pozo de gorilas.
Fecha: 22 de junio 2016
En ambos casos los animales fueron sacrificados por el peligro que representaban. Pero ¿qué medidas de seguridad preventivas se tomaron en ambos recintos? ¿El valor de la vida estuvo en riesgo inminente?
Para el Profesor Luca Valera, académico del Centro de Bioética y de las Facultad de Medicina y Filosofía de la UC, hubo mayores alcances ante los juicios de valor y las diferentes críticas al sistema de zoológicos en el mundo y a la protección de la vida del más vulnerable. “Lo que queda es un hecho tan obvio que parece ahora irreconocible: en el peligro, el hombre siempre elige cuasi instintivamente a favor de la vida humana, sin deliberar demasiado. No hay proporción entre el dejar morir y el devolver a la vida, ofreciendo una segunda oportunidad. El ser humano tiene una inmediata “intuición ética” de los valores a conservar, y uno de ellos es la vida humana. Lo que viene después (los chismes, las manifestaciones, los post en la Web)… son meras opiniones”, reflexiona el experto.
El académico explica que la situación presenta a dos seres humanos, ambos en peligro de vida, ambos a causa de la negligencia humana – de los encargados del zoológico, de los padres, de quienes no han podido o querido intervenir antes-, para ayudar a un hombre con trastornos mentales evidentes. “Ambos fueron salvados a costa de la vida de “animales no humanos”, para usar un término caro a los activistas de Liberación Animal. El precio a pagar es muy alto, dicen los indignados en la web: la vida de dos leones y de un gorila. Y fuera de la Clínica un grupo de manifestantes pide simbólicamente la cabeza del hombre sobreviviente. Se dice incluso que tenía en el bolsillo una carta con declaraciones suicidas. Sin embargo, la verdadera pregunta que queda -por desgracia no resuelta- observando los comentarios aberrantes en las redes sociales, es otra: ¿Qué sociedad estamos construyendo? ¿Una sociedad que no quiere cuidar la vida? Esto sería justamente el primer deber de la sociedad: proteger las vidas de sus miembros, ya que, si no hay vida humana, no hay sociedad. Es de suyo evidente”, señaló.
La temática no quedó ahí. La reflexión más profunda estaba en lo que se analiza ante estos hechos: ¿Por qué la sociedad no se ocupa de sus miembros con una enfermedad mental? ¿Por qué los padres no se ocupan de sus hijos? ¿Por qué un animal tiene que permanecer encerrado en un ambiente que no es “el suyo”? Ante estas inquietudes el Profesor Valera responde: “Pero no es una cuestión de derechos de los animales. Es una cuestión de los deberes que el ser humano tiene con los animales y las personas. O quizá más propiamente es un problema de educación. Y ésta, a los leones y a los gorilas no se les puede dar. A los seres humanos, por suerte, sí”, enfatizó el académico.