Artículos, Medicina Familiar
La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que se caracteriza por la presencia de placas eritematosas y escamosas. Se asocia a diversas comorbilidades, y puede tener un impacto psicosocial significativo en quienes la padecen. En este artículo se revisa la psoriasis desde una perspectiva adecuada para la atención primaria en salud, con una mirada que va más allá de la piel.
PATOGENIA
Se ha identificado que los linfocitos T, las células dendríticas y las citoquinas (como la IL-23, IL-17 y el factor de necrosis tumoral) tienen un papel central en la enfermedad. La presentación clínica, por su parte, es el resultado de una hiperproliferación celular y una diferenciación anormal de la epidermis, así como de la presencia de infiltrados de células inflamatorias, dilatación vascular, un mayor número de células madre epidérmicas y un ciclo celular más corto de los queratinocitos, entre otros factores. (1,2)
EPIDEMIOLOGÍA
Se estima que la prevalencia mundial es de un 2%, y que el 75% de los casos presentan formas leves o moderadas de la enfermedad, mientras que el 25% restante presenta formas graves. Puede empezar a cualquier edad, pero tiene dos períodos de incidencia máxima: entre los 20 y 30 años, y entre los 50 y 60 años. Afecta por igual a mujeres y hombres. (3)
FACTORES DE RIESGO
Existe una predisposición genética que hace a algunas personas más susceptibles. Se ha visto que el riesgo de tener psoriasis es de 40% si ambos padres la tienen, de 14% si sólo uno de ellos la tiene y de un 6% si solo un hermano tiene psoriasis. (1)
Por otro lado, existen factores desencadenantes de psoriasis, tanto externos como sistémicos. De los externos, el principal es el fenómeno de Koebner, que consiste en la aparición de psoriasis secundaria a una lesión de la piel, y que se observa en un cuarto de las personas con psoriasis. Entre los desencadenantes sistémicos, se encuentran las infecciones (estreptocócicas, VIH), la hipocalcemia, el estrés psicógeno, el descenso rápido de corticoides sistémicos, algunos fármacos (como litio, β-bloqueadores y antimaláricos), el consumo de alcohol, el tabaquismo y la obesidad. (1)
CLÍNICA
Existen 4 variantes principales: en placas, en gotas, eritrodérmica y pustulosa.
La más común es la psoriasis en placas, también llamada psoriasis vulgar (80-90%). Se caracteriza por placas eritematosas, escamosas, y bien delimitadas, como se observa en la Figura 1. Suelen ser simétricas, y pueden ser muy pruriginosas durante las exacerbaciones. Comúnmente aparecen en el cuero cabelludo, tronco, pliegue de los glúteos y superficies extensoras, como se observa en las Figuras 2 y 3. También pueden afectar, con menos frecuencia, la cara, las palmas y las plantas de los pies. En estos casos suelen ser más dolorosas, y tener un mayor impacto en la funcionalidad. (1)
En la Figura 4 se observa el compromiso ungueal de la psoriasis, que se manifiesta como piqueteado de la lámina, onicolisis distal, manchas en aceite, hiperqueratosis. El compromiso de las uñas es un factor predictivo de artritis psoriásica concomitante. (1).
Figura 1: Lesión elemental psoriasis en placas (4)
Figura 2: Psoriasis en placas en cuero cabelludo (3)
Figura 3: Psoriasis en placas en tronco (3)
Figura 4: Compromiso ungueal de la psoriasis(3)
Se llama psoriasis inversa al compromiso de las áreas intertriginosas (como axilas, genitales y zona inframamaria). Al aparecer en un entorno más húmedo, pueden no presentar las escamas típicas, como se observa en la Figura 5. (1)
Las otras variantes incluyen a la psoriasis en gotas. Ésta se caracteriza por presentar múltiples parches escamosos pequeños, de 3 a 5 mm, como se observa en la Figura 6. Aproximadamente un 66% de estos casos están precedidos por una infección respiratoria alta. Por último, están la psoriasis eritrodérmica y la pustulosa, ambas poco comunes. La eritrodérmica es una urgencia dermatológica en que se que afecta al 75% o más de la superficie corporal. La psoriasis pustulosa se presenta como pústulas estériles y eritema, que pueden ser generalizadas o localizadas, en general en palmas y plantas. (1)
Figura 5: Psoriasis inversa (3)
Figura 6: Psoriasis en gotas (3)
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico es clínico. En caso de duda diagnóstica, se puede tomar una biopsia de piel. (1)
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
La psoriasis tiene un amplio diagnóstico diferencial, que incluye: (1,2)
COMORBILIDADES
En primer lugar está la artritis psoriásica que afecta a un tercio de los pacientes con psoriasis, especialmente a aquellos con psoriasis grave. La forma de presentación más frecuente es una monoartritis y oligoartritis asimétrica de las articulaciones interfalángicas distales y proximales de manos y pies. Es raro que afecte las articulaciones metacarpofalángicas, y en general tienen factor reumatoide negativo, lo que ayuda a diferenciarla de la artritis reumatoide. En un 15-30% de los casos se asocian a entesitis y dactilitis. Un diagnóstico precoz es importante para evitar la pérdida de la funcionalidad y destrucción articular. (1)
Por otro lado, se ha visto que los pacientes con psoriasis tienen un mayor riesgo de enfermedades cardiometabólicas. La psoriasis grave se asocia a un mayor riesgo de infarto de miocardio (RR, 1,7), accidente cerebrovascular (RR 1,56), y mortalidad cardiovascular (RR 1,39). Las personas con psoriasis también tienen más síndrome metabólico (OR 3,58), e incluso se ha descrito una esperanza de vida de 3,5 a 4,4 años menor. (1,3,5)
En cuanto a la salud mental, la psoriasis confiere un mayor riesgo de depresión (OR, 1,57), trastornos de ansiedad (OR 2,91), e ideación suicida (OR 2,05). Asimismo, se ha visto que las personas con psoriasis tienen un riesgo 4 veces mayor de padecer enfermedades inflamatorias intestinales, y el doble de riesgo de tener enfermedad celíaca. (1)
Por último, es incierto si la psoriasis aumenta la incidencia o la mortalidad por cáncer. Se necesitan más estudios de calidad antes de establecer esta asociación. (6) En este contexto, las personas con psoriasis no requieren una detección de cáncer diferente a la de la población general, y ésta debe adaptarse a los factores de riesgo de cada persona, como el alcohol, el tabaquismo o la exposición solar. (7)
TRATAMIENTO
La evolución tiende a ser crónica con remisiones intermitentes, y el manejo depende de la severidad. (3)
La psoriasis leve es aquella que afecta menos del 3 a 5% de la superficie corporal total. El manejo se basa en el uso de corticoides, análogos de vitamina D, queratolíticos, e inhibidores de la calcineurina. (1)
Tabla 1. Corticosteroides tópicos de uso común en psoriasis.
Adaptada de “Psoriasis: Update on Topical Therapy From the American Academy of Dermatology.” (8)
Los efectos adversos más comunes de todos estos medicamentos tópicos son el ardor y la irritación, que se pueden reducir mediante una concentración más baja, dosificación en días alternos o uso combinado con corticoides. (1,3,5)
La psoriasis moderada afecta a más de un 3-5% de la superficie corporal, y la grave, al 10% o más. Este manejo corresponde al nivel secundario, y se utilizan terapias sistémicas. Las alternativas incluyen la fototerapia, que puede ser con luz UV-B de banda estrecha, UV-B de banda ancha o psoraleno y UV-A (PUVA). Generalmente se aplica 2 veces a la semana, y existe una mejoría significativa a los 2 meses. Luego están los biológicos, que incluyen a los Inhibidores de TNF-α, de la IL-12/23, de la IL-17, y de la IL-23. Éstos se utilizan también para la artritis psoriásica, y se administran principalmente vía subcutánea. Por último están los tratamientos sistémicos orales, como el metotrexato, apremilast, acitretina y la ciclosporina. Su eficacia es generalmente menor que la de los biológicos, excepto la ciclosporina. Se pueden considerar cuando no hay acceso a biológicos, o si se prefieren medicamentos no inyectables. (1)
CONCLUSIONES
Referencias: