Medicina Familiar
El reconocimiento de conductas alimentarias “normales”, o sea, aquellas explicadas sólo por la etapa de desarrollo por la que transita un niño, y de los signos de alarma en relación con este proceso, es fundamental para que el médico pueda pesquisar áreas de intervención. En este artículo revisaremos en detalle algunos de estos aspectos.
30 de abril de 2019
INTRODUCCIÓN:
Las dificultades en la alimentación son frecuentes en la infancia. Se estima que entre un 25 y un 35% de lactantes y preescolares sanos, y entre un 40 y un 90% de niños presentan dificultades a la hora de alimentarse. La gran mayoría corresponden a dificultades leves, mientras que sólo el 1-5% cumple con criterios de trastornos alimentarios clínicos. (1)
Los motivos de consulta más frecuentes en torno a las dificultades en la alimentación incluyen: (3)
CON RELACIÓN A LA ALIMENTACIÓN INFANTIL, ¿QUÉ CONDUCTAS PUEDEN SER NORMALES?
El proceso de alimentación corresponde a una interacción entre un niño y su cuidador, habitualmente su figura de apego. Muchas de las dificultades en la alimentación ocurren por alteraciones en esta interacción. Existen, por otro lado, fenómenos normales y transitorios en el desarrollo infantil que también pueden generar dificultades para los padres o cuidadores; entre ellos destaca: (1)
Es un comportamiento que típicamente aparece a los 12 meses, con un peak a los 18-24 meses, y que puede mantenerse hasta la preadolescencia.
Con frecuencia es percibido como selectividad “inapropiada” por parte de los padres; de modo que es importante anticiparlo y explicar que la mayor parte de los niños aceptará alimentos nuevos (en especial verduras) sólo luego de exposiciones repetidas.
Es una manifestación esperable en el contexto de un proceso de adaptación, que sólo requiere seguimiento.
Resulta especialmente notorio para los padres de niños constitucionalmente más pequeños.
Un estudio prospectivo finlandés, con 494 pacientes, mostró que el 30% de los niños era percibido por sus padres como con “poco apetito”. Al ajustar la ingesta calórica por el peso, sin embargo, no existían diferencias significativas entre la ingesta calórica relativa de esos niños ni en su crecimiento, evaluado a los 5 años de vida. (3)
¿CUÁNDO SOSPECHAR QUE UNA CONDUCTA ALIMENTARIA PUEDE SER PATOLÓGICA?
Las dificultades clínicas en la alimentación pueden significar un problema a intervenir, ya sea porque ponen en riesgo la salud del niño, o porque le generan mucha ansiedad a los padres.
El término “trastorno alimentario” se define como una dificultad para consumir una cantidad o variedad suficiente de alimentos para crecer y mantener un estado nutricionalmente adecuado. Actualmente, el término en uso para estos pacientes se ha modificado por DSM V, y se ha acuñado el diagnóstico de “trastorno de evitación y restricción de la ingesta de alimentos (ARFID)”; cuyos criterios diagnósticos incluyen:
¿CÓMO ENFRENTAR UN ARFID?
Estudios estiman que el 16,9% de los ARFID se explican por una causa orgánica, y las etiologías pueden ser muy diversas, entre ellas:
Estas etiologías deben ser sospechadas de manera precoz, y buscadas dirigidamente a través de una anamnesis que incluya el tiempo de evolución y posibles factores gatillantes; historia perinatal; desarrollo pondoestatural; desarrollo psicomotor; una encuesta alimentaria; comorbilidades que afecten la ingesta; y aspectos vinculares entre el niño y su cuidador.
Se debe realizar además un examen físico completo, que incluya antropometría y búsqueda dirigida de signos que orienten a patología orgánica (1, 5)
La tabla 1 resume las banderas rojas que deben buscarse durante la evaluación clínica de niños con diagnóstico de ARFID, considerando que estas pueden ser de carácter orgánico o del comportamiento.
Tabla 1. Banderas rojas en un niño con ARFID (1,4):
Banderas Rojas para patología orgánica |
Banderas rojas del comportamiento |
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Fuente: Elaboración propia a partir de referencias citadas.
Es importante recordar (1):
¿Cómo abordar a un niño con sospecha de ARFID?
Las consecuencias físicas de los trastornos alimentarios en niños pequeños son variadas: malnutrición, falla de medro, y posiblemente disfunción neuro-cognitiva. Esto se explica por su aparición en ventanas de tiempo que son claves para su desarrollo físico y cognitivo. Sumado a esto, ocurren consecuencias vinculares y emocionales, secundarias al desarrollo de interacciones conflictivas entre el niño y su cuidador en torno a la comida, las que pueden predisponer a otros problemas de la esfera del comportamiento. (1,4)
Dado lo descrito, la recomendación actual sugiere que los niños con banderas rojas orgánicas sean rápidamente derivados al nivel secundario (gastroenterología, neurología, etc.), o incluso al servicio de urgencia, según la sospecha diagnóstica y severidad clínica de cada caso. Los que presentan banderas rojas de la esfera del comportamiento deberán ser derivados a un equipo multidisciplinario, especialista en trastornos alimentario.
RESUMEN
Las dificultades en la alimentación son frecuentes en la infancia, y por lo general corresponden a dificultades leves o a una percepción alterada de los padres o cuidadores.
En ausencia de signos de alarma, es importante tranquilizar a los padres, entregar medidas generales y educar respecto a comportamientos alimentarios normales durante la edad infantil.
Los trastornos alimentarios pueden ser de causa orgánica o secundarios a patología de salud mental- Ambos deben ser sospechados y derivados de manera oportuna según sospecha.
REFERENCIAS: