Fecha: 27/08/2013
Acabamos de terminar el VIII Curso Universitario de Medicina Intensiva. Tuvimos invitados internacionales de lujo, destacando a Michael Pinsky y Laurent Brochard, y una participación maravillosa que nos estimula y obliga a seguir trabajando para una medicina mejor y más justa.
Uno de los temas recurrentes fue la no-maleficiencia: “Primero, no hacer daño” (first, do no harm), principio ético fundamental en nuestro accionar médico. Los pacientes críticos están sometidos a una serie de terapias y procedimientos, muchos de los cuales no tienen una fundamentación sólida. A medida que la verdad y la investigación científica se han ido encontrando en múltiples ensayos experimentales y clínicos, muchas terapias que hacíamos hace 20 años hoy está demostrado que pueden ser perjudiciales. Entre éstas se incluye la reanimación vigorosa, más allá de los límites razonables, con coloides, hemoderivados e inótropos, el uso de volumenes corrientes elevados, el aporte irracional de glucosa, la monitorización ultra-invasiva, etc.
Parte del Comité Organizador del VIII Curso Universitario de Medicina Intensiva.
De izq a der: Ricardo Galvez, Juan Eduardo Sánchez, Guillermo Bugedo, Rodrigo Cornejo, Carlos Romero, Laurent Brochard, Glenn Hernández, Ricardo Castro y Alejandro Bruhn
“Primero, no hacer daño”, debe ser uno de los pilares en que se sustente nuestra labor en terapia ventilatoria, un mantra permanente. Ya hemos hablado sobre el daño que produce el uso de altos volumenes y presiones sobre la vía aérea. Hoy en día, aún hay colegas que recomiendan el uso de APRV y la ventilación espontánea en la fase aguda de la falla respiratoria grave, sin ninguna evidencia clínica que la sustente. La alta frecuencia oscilatoria (HFOV) tampoco debe ser usada en este escenario, menos frente a una hipoxemia refractaria. A la inversa, el uso de posición prono y relajantes musculares, tan discutidas hace 10 años, hoy son parte del manejo ventilatorio convencional del SDRA.
Proteger a nuestros pacientes, “primero, no hacer daño”, significa también contención de costos y proporcionalidad terapeútica. Frente a tantas terapias disponibles en Medicina Intensiva de eficacia discutible y costos onerosos, mientras no tengamos una evidencia clínica sólida que la sustente, siempre debe dársele el beneficio de la duda a nuestros pacientes.
First, do no harm.