Medicina Familiar
En el contexto de la hepatitis aguda, la hepatitis A es la más frecuente en la población pediátrica. En este artículo, abordaremos su epidemiología, sus principales manifestaciones clínicas y los exámenes que nos pueden orientar a una insuficiencia hepática aguda.
Palabras clave: Hepatitis A, Insuficiencia hepática aguda, Vacuna, APS, Medicina Familiar
INTRODUCCIÓN
La hepatitis A es una enfermedad inflamatoria del hígado causada por el virus de la hepatitis A (VHA), que se transmite principalmente a través de la vía fecal-oral. Esta condición puede variar desde un cuadro clínico leve y autolimitado hasta casos más graves, incluyendo la hepatitis fulminante. A nivel mundial, se estima que aproximadamente 1.4 millones de personas contraen hepatitis A anualmente; la mayoría de los brotes ocurren en regiones con condiciones sanitarias deficientes, lo que resalta la importancia de las medidas de prevención como la vacunación y la mejora de la higiene pública1,2.
En términos de epidemiología, la hepatitis A es particularmente prevalente en países en desarrollo, donde la transmisión se facilita por la falta de acceso a agua potable y saneamiento adecuado. Con la introducción de programas de vacunación masiva en algunos países, incluyendo Chile, se ha experimentado una reducción significativa en la incidencia de la enfermedad.
En Chile, la primera introducción de la vacuna en el Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI) ocurrió en Arica, Parinacota y Tarapacá en 2013 y luego en Bio-Bío en el 2014. En 2018 su uso se extendió a todo el país, evidenciándose una disminución notable en los casos reportados a partir de 2019. Esta medida ha sido clave para reducir la carga de la enfermedad, especialmente en poblaciones jóvenes, que en ausencia de la vacuna, habrían estado en mayor riesgo de contagio. La edad promedio actual de contagio ha variado, situándose alrededor de los 27 años, lo que refleja también mejoras en las condiciones sanitarias del país3.
La relevancia de la hepatitis A radica en su impacto en la salud pública, no solo por la morbilidad que genera, sino también por los costos asociados al manejo de los brotes, la necesidad de intervenciones preventivas, y las hepatitis fulminantes que genera, 4,5.
HEPATITIS A: PATOGENIA Y EPIDEMIOLOGÍA
La hepatitis A es causada por un virus RNA de serotipo único, lo que facilita la protección a largo plazo a través de la inmunización. El virus se transmite principalmente a través de la ingesta de alimentos o agua contaminados con heces de una persona infectada, con una tasa de transmisión del 45% en niños dentro de la familia y del 20% en adultos6. Tras un período de incubación que oscila entre 15 y 50 días (promedio de 28 días), la enfermedad puede presentarse con o sin síntomas, siendo cerca de un 70% los niños menores de seis años los más propensos a ser asintomáticos7. Los pacientes con hepatitis A tienen más probabilidades de transmitir la enfermedad en los 14 días previos al desarrollo de la ictericia y una semana después del inicio de la ictericia8.
FASES CLÍNICAS DE LA HEPATITIS A
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
La mayoría de los pacientes con hepatitis A experimentan fatiga (90%) y pérdida de apetito. Algunos pacientes presentan ictericia, siendo más frecuente en niños mayores (10% de los menores de seis años la experimenta)7.
Los hallazgos más comunes en el examen físico incluyen hepatomegalia (78%) e ictericia, que afecta a entre el 40% y el 80% de los casos8.
DIAGNÓSTICO Y MANEJO
El diagnóstico de la hepatitis A se realiza mediante la detección de anticuerpos IgM contra el VHA, que son los primeros en elevarse tras la infección y tienen una alta sensibilidad ≥ 95% y especificidad ≥ 99%9. Es una enfermedad de notificación obligatoria, caso confirmado.
No existe un tratamiento específico para la hepatitis A, y el manejo se basa en el soporte de los síntomas, evitando hepatotoxinas. Se ha estudiado el uso de antivirales, pero hoy en día no están aprobados para su uso en hepatitis A10,11.
La mayoría de las infecciones se resuelven sin complicaciones, un pequeño porcentaje de casos puede progresar a hepatitis fulminante.
En el contexto clínico, algunos hallazgos que sugieren un curso grave o una posible hepatitis fulminante son:
Algunos indicadores de laboratorio sugerentes de hepatitis fulminante son:
El nivel de las transaminasas no son concordantes con la gravedad del paciente; estas pueden estar disminuidas por una depleción del hepatocito 13.
VACUNACIÓN Y PREVENCIÓN
Las vacunas han demostrado ser efectivas en la prevención de Hepatitis A. Una revisión sistemática de 2020 mostró (14):
La evidencia actual sugiere administrar dos dosis de vacunas contra el VHA no vivas para asegurar una protección a largo plazo y una revacunación después de 15 años, considerando el tiempo de seguimiento de los estudios.
Chile ha optado por una estrategia de una sola dosis en el PNI, apoyada por la baja endemicidad del VHA y la costo-efectividad de esta medida; estrategia avalada por la OMS.
CONCLUSIONES
REFERENCIAS