Apuntes, Enfermedades Cardiovasculares
El ECG es fundamental para el diagnóstico de la cardiopatía isquémica.
Podemos distinguir dos grandes grupos de alteraciones electrocardiográficas:
– las asociadas a cambios miocárdicos permanentes (ECG-1) como es la necrosis, y
– las asociadas a cambios miocárdicos transitorios (ECG-2) secundarios a isquemia.
Adicionalmente, en muchos casos el ECG nos permite localizar la zona del corazón afectada por el proceso isquémico, según las derivaciones en que aparezcan las alteraciones.
Es muy importante tener en cuenta que para el diagnóstico de la cardiopatía isquémica, siempre debe interpretarse el ECG en conjunto con la totalidad del cuadro clínico, del examen físico, de otros hallazgos de laboratorio, (p.ej.: estudio enzimático o ecocardiográfico) y de la evolución (ECG-3) de las alteraciones ECG, ya que en forma aislada, ninguno de los hallazgos ECG puede dar certeza diagnóstica.