Trastornos alimentarios a consecuencia del bullying en la adolescencia

Trastornos alimentarios a consecuencia del bullying en la adolescencia

Fecha: 23 de noviembre 2015

De acuerdo a un estudio recientemente dado a conocer por la Universidad de Duke y Carolina del Norte, al contrario de lo que se podría pensar, los niños matones presentarían más riesgos de padecer bulimia que las víctimas de acoso escolar. Conversamos con el Dr. Humberto Soriano, Jefe del Programa de Gastroenterología y Nutrición y la doctora Pascuala Urrejola, de la Unidad de Adolescencia, ambos del Departamento de Gastroenterología y Nutrición de la División de Pediatría de la UC, para aterrizar esto a la realidad chilena.

El bullying es un problema real en las escuelas del país y de todo el mundo, sin importar el tamaño del establecimiento, la diversidad cultural o el nivel socio-económico de los estudiantes.

En Chile, de acuerdo a cifras de la Superintendencia de Educación, entre enero y octubre de este año se recibieron 1.314 denuncias, de las cuales un 37% correspondió a casos de maltrato entre estudiantes. “Sin embargo, se suele asociar la imagen de este problema a sus víctimas y se olvida que también los victimarios tienen problemas emocionales que repercuten en otras consecuencias”, indica el doctor Humberto Soriano.

Tal y como lo reafirman investigadores de las escuelas de Medicina de las universidades de Duke y Carolina del Norte, «no sólo los niños que han sido maltratados por otros sufren de trastornos alimentarios, como anorexia y atracones. También los matones se ven afectados por este problema».

Así lo concluyeron estos académicos estadounidenses después de seguir a 1.420 menores, de entre 9 y 16 años. En el caso de los matones, el 30,8% de ellos presentó bulimia, comparado con el 17,6% que se observó en quienes no se vieron envueltos en este tipo de episodios. “El ser matón significa que necesitas controlar y la bulimia, por ejemplo, tiene que ver con control”, agrega el Dr. Soriano.

En los últimos años en el país, al menos, de acuerdo a la propia experiencia de la doctora Pascuala Urrejola, se ha observado un aumento de casos de trastornos alimentarios en general. “Además, si antes se veían casos habitualmente desde los 13 años, hoy es cada vez más común ver niños y niñas con este tipo de problemas desde los 9 años”, recalca la académica especializada en Adolescencia y Magíster en Nutrición.

Los factores que pueden llevar a un niño a presentar trastornos alimentarios son multifactoriales: predisposición biológica y factores de personalidad (niños muy obsesivos, muy motivados al logro). Sin embargo, siempre debe haber un hecho que lo desencadene, como por ejemplo, una pérdida, cambio de colegio, separación, e incluso el bullying.

En el caso de los niños que ejercen matonaje en los colegios, los padres juegan un rol importante en esto. “Hoy en general, los adultos no saben cómo rayarle la cancha a sus hijos y ello incide en que ellos se transformen en abusadores de otros», indica el doctor Humberto Soriano, del Departamento de Gastroenterología y Nutrición de la División de Pediatría UC.

De acuerdo a este especialista, hoy los padres deben apuntar a transformarse en «entrenadores emocionales», capaces de observar al niño, entender lo que le pasa validando sus emociones con empatía y buscar una solución en conjunto con él para lograr llegar a una solución que le enseñe a expresarse de manera constructiva. “Los psicólogos en ese caso pueden ser una gran fuente de aprendizaje también. Si un niño ejerce matonaje en exceso o al revés, es víctima, se recomienda que todo el círculo cercano acuda a un especialista”, indica el académico.

Además de la responsabilidad de los padres en esta materia, este tema también es un desafío desde el punto de vista del Estado. «Es necesario que ahora, más que nunca, se incentiven más los hábitos de alimentación sana desde la infancia, actividad física diaria en los colegios y además educación emocional «, finaliza el Dr. Soriano.

¿Y qué pasa con los infantes y su alimentación?

En general, cuando los más pequeños no quieren comer se suelen escuchar frases como: «coma por el papá”, “por la mamá” o «por la abuelita”. Si un niño simplemente no quiere comer por una o dos veces, no pasa nada, pues los pequeños logran compensar su peso semana a semana. «El trastorno alimentario del pre escolar se desata sólo cuando lo anterior se da de forma frecuente, pero cuando un niño no come lo que hay que hacer es dejarlo que tenga hambre durante las tres horas siguientes de su última comida. Porque el único estímulo que se debiese utilizar para que un niño sano se alimente es el hambre. Lo importante es que no se coma por ansiedad, aburrimiento u otros problemas», agrega el doctor Soriano. En ese sentido es importante que desde que el niño es pequeño, los padres no confundan el hambre con los llantos frecuentes de sus hijos. Esto a la larga, por ejemplo, puede significar que el niño asocie la comida como la solución frente a los problemas emocionales.

Más información sobre la investigación de la Universidad de Duke y Carolina del Norte a continuación: http://bit.ly/1Mq1Sdl

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