En el marco del Día Mundial del Lupus, conversamos con la Dra. Josefina Durán, jefa del Departamento de Inmunología Clínica y Reumatología UC, sobre síntomas, tratamiento y niveles de gravedad de esta patología.
Fecha: 8 de mayo 2020
El lupus es una enfermedad inflamatoria crónica autoinmune, donde el sistema inmune ataca los tejidos del propio organismo. Si bien se desconoce su causa, lo elemental es mantenerlo controlado para que quienes lo padezcan puedan continuar con su vida de manera normal.
El lupus se caracteriza por ser heterogéneo en su manifestación y en principio sistémico, pues puede afectar cualquier órgano y en cada persona puede aparecer en distintas partes del cuerpo, aunque tiene predisposición por la piel, mucosas, articulaciones y riñones.
“Si bien no hay una clasificación oficial de tipos de lupus, si los diferenciamos por los que son más leves y afectan a nivel cutáneo y articular, y los más graves que son los que afectan órganos”, explica la Dra. Durán.
“El tratamiento se basa en las características específicas de la enfermedad en cada paciente, por eso la evaluación y supervisión periódica son esenciales para asegurar un diagnóstico y control adecuado. Lo importante es disminuir los daños producidos por el lupus y prevenir efectos adversos al tratamiento”, agrega la especialista.
Al ser de causa desconocida su prevención es difícil, pero sí hay recomendaciones para evitar crisis o recaídas: evitar la exposición al sol, cuidarse de infecciones, llevar una vida sana con una buena alimentación y ejercicio físico, y ser constante con los fármacos recetados por su médico tratante.
Si bien el Lupus no tiene cura, sí alcanza niveles de estabilidad y control que permiten a quienes tengan la enfermedad, seguir con sus vidas tal como la llevaban antes, y para esto es crucial la detección y tratamiento precoz, ya que son factores que aumentan la supervivencia y calidad de vida de los pacientes.