Científicos del Núcleo Milenio Cardio MR explican que el tejido adiposo se encuentra en el corazón de todos y todas, pero existen factores que podrían volverlo nocivo contra el músculo cardiaco.
Fecha: 9 de julio 2021
¿Cómo saber si tu corazón está sano? A veces no basta con saber que una persona es delgada para creer que tiene buena salud cardiaca. El tejido adiposo que se aloja en las paredes externas de este músculo podría afectar a personas que por fuera se ven “sanas”. Una investigación recién publicada realizó este análisis y encontró sorprendentes hallazgos que podrían romper el paradigma de la persona “sana por dentro y por fuera”.
Un reciente estudio, realizado por un conjunto de universidades y hospitales de Estados Unidos, afirma la existencia de una relación directa entre el volumen de tejido adiposo en el corazón y los riesgos de tener una falla cardiaca. Lo interesante es que esta grasa no se encontraría sólo en personas con sobrepeso u obesidad, sino que estaría presente en personas delgadas, e incluso en deportistas de alto rendimiento.
El cardiólogo e investigador del Núcleo Cardio MR, Gonzalo Martínez, explica que esta capa de grasa se aloja entre la pared externa cardiovascular y un tejido que cubre todo el músculo, llamado “pericardio”. Pero, ¿cuál es su función? El director alterno del Núcleo Milenio Cardio MR, Marcelo Andía, señala que “cumple un rol de protección mecánica ante el roce que produce el continuo movimiento del corazón en el tórax”. Además, esta capa actúa también como una fuente de energía para el miocardio, a través de los ácidos grasos que contiene. Su presencia es normal y saludable, según explican los investigadores.
El Dr. Andía señala además que los seres humanos almacenamos grasa en dos lugares distintos de nuestro cuerpo: los depósitos subcutáneos, que suele ser considerada metabólicamente inactiva; y la grasa visceral o intraabdominal, que es considerada metabólicamente activa, pro-inflamatoria y muy asociada con enfermedades cardiacas.
A partir de múltiples estudios se sabe que la cantidad de grasa visceral está asociada a un mayor riesgo de tener enfermedades como aterosclerosis y complicaciones como infartos al corazón. Pero el tejido adiposo alojado en el corazón no es de la misma naturaleza que la presente en la cavidad abdominal.
Pero entonces, ¿por qué hay que ponerle atención a este tejido adiposo en el pericardio, que no parece tan nocivo como se cree? Según el Dr. Martínez, quien además es académico de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica, “se ha visto que este tejido adiposo tiene una capacidad de inflamación”. Esto, según detalla, pareciera ser que puede activar ciertas respuestas inadecuadas en las arterias coronarias, que son las responsables de causar infartos.
“La grasa pericárdica existe en todos los individuos, pero puede variar en su magnitud”, complementa Martínez. En descripciones antiguas se describía una enfermedad llamada ‘Adiposis Cordis’, la cual señalaba una gran cantidad de grasa en las paredes del corazón. Esto se relacionaba a pacientes con obesidad mórbida. Sin embargo, en la actualidad, este fenómeno se asocia más al grado de inflamación que puede tener esta capa adiposa.
En síntesis, el tejido adiposo pericardial no es nocivo por sí solo. Su capacidad de inflamarse y poder generar problemas en las arterias coronarias se relaciona con la cantidad de grasa visceral que pueda estar alojada en la cavidad abdominal del individuo. Sin embargo, esto no es exclusivo de la gente con sobrepeso u obesidad.
“No debemos engañarnos, pues hay personas que parecen delgadas, pero pueden tener grandes volúmenes de grasa visceral o intraabdominal que no se nota a la vista. Y, por el contrario, personas con evidente sobrepeso, como los luchadores de sumo japoneses, por ejemplo, donde el predominio es de la grasa subcutánea.
En general, podemos decir que las personas sedentarias y con malos hábitos de alimentación, ya sea con sobrepeso o peso normal, tenderán a tener mayor riesgo de acumular grasa al interior del abdomen. Esto, según detallan los investigadores, es particularmente más frecuente en hombres y en mujeres después de la menopausia. Los riesgos de insuficiencia cardiaca aumentan en estos casos, que podría desencadenar una falla provocada de manera silenciosa en quienes se vean sanos por fuera, y no lo sean por dentro.