El síntoma de fatiga puede persistir en más del 70% de la población a las 3 a 4 semanas de haber cursado la enfermedad. Estudios europeos incluso informan que en el 50% de los pacientes recuperados del virus, a los dos meses mantiene el cuadro de agotamiento, acompañado de signos de somnolencia, inestabilidad corporal, problemas de concentración y memoria.
Fecha: 17 de septiembre 2020
Con el progreso de la pandemia, la evidencia clínica muestra un amplio espectro de síntomas y complicaciones en personas recuperadas del COVID-19, como es el desarrollo de neumonía, no obstante ya se observan consecuencias menos agudas, pero igual de preocupantes, como es el síndrome de fatiga post-viral.
Este cuadro se caracteriza por una sensación general de cansancio o agotamiento, especialmente asociadas a algunas infecciones virales. Sin embargo, en el caso de los pacientes afectados por COVID-19, este cansancio puede alterar la funcionalidad y persistir durante semanas. La Dra. Solange Rivera, médico familiar y miembro de la Unidad del dolor UC, asegura que: “los síntomas pueden persistir en más del 70% de la población a las 3 a 4 semanas de haber tenido COVID y luego este porcentaje va disminuyendo a lo largo de las semanas. Algunos estudios europeos han mostrado que luego de 2 meses, un 50% de los pacientes pueden persistir con fatiga”. La especialista explica que si bien el perfil del segmento más afectado no está claro, los síntomas pueden ocurrir independientemente de la gravedad o de si el paciente requirió o no hospitalización.
Para Gustavo Torres, académico de la carrera de Kinesiología de la Pontificia Universidad Católica y miembro de la Unidad del Dolor UC, “La fatiga es una respuesta normal del cuerpo a la lucha contra una infección viral como el COVID-19. Puede alterar el sueño, sentirse inestable al estar de pie, así como afectar su capacidad de concentración y memoria. Asimismo, este cuadro puede acompañarse de dolor de garganta, jaqueca o dolor de cabeza, y dolor muscular o articular inexplicable”.
Es importante recordar que el COVID-19 afecta de manera diferente a distintas personas. Su impacto posterior no siempre refleja la gravedad de la enfermedad. Una persona no tiene que haber sido hospitalizada para experimentar fatiga u otros síntomas persistentes. Para la Dra. Rivera, añade: “cuando las personas comienzan a sentirse mejor, es tentador querer participar más plenamente en el trabajo, el ocio y las actividades sociales. Pero en los pacientes que están experimentando fatiga post COVID-19, es crucial que se realice de manera lenta y progresiva. Es bueno comenzar con cierto grado de actividad, pero ésta debe ser fraccionada, lenta e incrementarse gradualmente, según la tolerancia física. Para algunas personas, puede ser necesario un programa de rehabilitación que le ayude a recuperar la funcionalidad”.
En este perfil de pacientes es recomendable un plan de rehabilitación post-COVID en manos de un equipo interdisciplinario, compuesto por médicos, enfermeras, kinesiólogos, terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogos, psicólogos y nutricionistas, entre otros. La propuesta incluye una evaluación integral para entender cómo la persistencia de los síntomas ha afectado la vida del paciente y ofrecer rehabilitación personalizada, que incluye actividad física dosificada, evaluación nutricional y manejo del sueño si corresponde.
Para Paula Torrico, directora de la carrera de Terapia Ocupacional UC, que debuta el próximo año, “Las personas que han sufrido enfermedades graves y han sido tratadas en UCI, han de saber que tardarán unos cuantos meses para recuperarse por completo, independientemente de la enfermedad que tengan. Con el COVID-19 se observa que la recuperación también es lenta y larga incluso en aquellos pacientes en los que la enfermedad cursó de forma leve y que no fueron hospitalizados. Síntomas como la fatiga extrema, las palpitaciones, cansancio, los dolores musculares, son solo algunos de los efectos secundarios”.
La académica agrega que actividades cotidianas sencillas como hacer la cama, la higiene personal, vestirse, amarrarse los zapatos, generan gran cansancio. “Hay que tratar de levantarse, de caminar dentro de la casa, subir y bajar escalas. Una pauta de ejercicios y un acompañamiento por parte del equipo tratante, contribuye sin dudas a evitar secuelas a largo plazo”, concluyó Torrico.