Escuela de Medicina UC recibe a 190 alumnos en Programas de Postítulos de especialidades y subespecialidades
Fecha: 4 de julio 2011
Una cifra record de residentes inician sus estudios esta semana en el área de Postgrado de esta Escuela.
Los 190 nuevos residentes integran los 22 programas de especialidades y 36 de subespecialidades. El 61% de ellos es financiado por la Facultad de medicina UC y el 43%, por ministerios y servicios de salud. Siete de ellos corresponden a residentes extranjeros.
Los programas de Postítulo 2011 parten, además, con una nueva especialidad: Psiquiatría Infantil y con dos subespecialidades que se convirtieron en especialidades primarias: urolología y neurología pediátrica.
“El crecimiento en número de alumnos y de programas expresa el nivel de desarrollo que ha alcanzado el área de Postgrado en nuestra Escuela”, señala el Dr. Jaime Godoy, director de Postgrado.
Las clases comenzaron esta semana tras un completo programa de inducción a los nuevos residentes, que culminó con una ceremonia de bienvenida. En ella, el Dr. Felipe Heusser, director de la Escuela de Medicina, recibió a los alumnos de Postítulo y leyó unas palabras a nombre del decano Luis Ibáñez: “Los invitamos a sumarse con entusiasmo a nuestra misión, pues como estudiantes de Postgrado tendrán una hermosa posibilidad de contribuir en docencia, asistencia e investigación; queremos ayudarlos a cumplir sus sueños”.
“Al término de estos años, la mayoría de ustedes irá a distintos hospitales y universidades del país y del extranjero, llevando parte de nuestro espíritu; otros permanecerán con nosotros, integrándose como docentes e investigadores y serán agentes innovadores y entusiastas, para que el espíritu de superación y búsqueda de la verdad en la Facultad de Medicina no se apague jamás”, señaló.
Durante la ceremonia también se dirigió a los becados el sacerdote jesuita Pablo Concha, profesor de la Facultad de Teología UC, quien ofreció la conferencia magistral “Reflexiones desde mi enfermedad”. En ella, contó su experiencia tras sufrir un infarto cerebral un día después de haber obtenido su grado de Doctor en Teología. “Hasta ahí llegó mi carrera”, dijo, relatando cómo su vida cambió radicalmente en los últimos siete años. “No es ni mejor ni peor, es una vida distinta”.
Desde esa experiencia, les expresó a los becados que un enfermo no desea ser un “paciente” sino que está “impaciente” por sanar y cuanto antes, mejor. Les dijo también qué significa la figura del médico para un enfermo: “No son dioses, son humanos; pero son consuelo y sanación de Dios. Sólo ellos tienen la respuesta que uno necesita”. Les recomendó tratar con personas y no con enfermedades. “Preocúpense de cómo están sus pacientes, no sólo de cómo evoluciona su enfermedad; es más lento, más sicológico, más espiritual, y más verdadero”.