Carta de médicos UC en África: Un testimonio conmovedor

Carta de médicos UC en África: Un testimonio conmovedor

Fecha: 25 de septiembre 2014

Doctores Denisse Von Bories, Aron Kuroiwa y Olivia Thosen desde África.

Tres médicos UC recién titulados partieron a África a trabajar como voluntarios. Ellos son Aron Kuroiwa, Denisse Von Bories y Olivia Thosen. Aquí recogemos las palabras que han escrito en una carta que nos enviaron desde tierras tan lejanas. Allí relatan su emotiva experiencia:

Llegamos a Mozambique a mediados de Abril. Nos recibieron en la Universidad Católica de Mozambique por 6 semanas donde tuvimos la posibilidad de aprender sobre patologías poco frecuentes o inexistentes en Chile y familiarizarnos con las guías nacionales, el idioma y la cultura.

En Junio nos vinimos a Maringué, un pueblo rural donde vive Roberto, un padre chileno, hace ya 12 años. Hemos trabajado en el hospital distrital y en diversos proyectos de la misión.

El hospital es de baja complejidad por definición, sin embargo hay pacientes graves. No tiene electricidad ni agua corriente. El laboratorio funciona sólo cuando hay petróleo para hacer andar el generador y las máquinas suelen estar en reparación en la ciudad. En la práctica funcionamos prácticamente con puros test rápidos de VIH, malaria, tira de orina y un hemoglucotest que nos mandaron desde Chile. Acá toma importancia más que nunca la anamnesis y nuestro examen físico.

El idioma ha sido una gran barrera con los pacientes porque son pocos los que hablan portugués, la gran mayoría habla chisena, la lengua local. De a poco hemos aprendido algunas palabras y oraciones, pero en general necesitamos traductor. El trabajo en el hospital ha sido difícil dado la complejidad de algunos pacientes, sumado a la falta de recursos y en algunos aspectos a la falta de conocimientos y/o voluntad del equipo de salud.

Hay un médico para todo el trabajo asistencial y administrativo de una población de 80.000 habitantes. El resto son técnicos en medicina que atienden prácticamente todo lo ambulatorio y técnicos en enfermería con un año de formación. En la maternidad hay matronas, algunas incluso sin lo equivalente a cuarto medio terminado, que se encargan desde el control prenatal hasta el parto y el seguimiento de los niños.

Nosotros nos hacemos cargo de los hospitalizados y nos solicitan ayuda en lo ambulatorio cuando los técnicos no son capaces de resolver el problema.  En pediatría las patologías más frecuentes son malarias con todas sus complicaciones, síndromes diarreicos agudo con deshidratación severa y desnutrición aguda severa. Es impactante darse cuenta que las principales causas de hospitalización y mortalidad sean causas prevenibles, por eso es que es tan importante la educación. En los adultos lo más frecuente es el VIH, sus infecciones oportunistas y la tuberculosis en todas sus formas.

La misión tiene diversos proyectos comunitarios en los cuales hemos participado, como un grupo de acompañamiento a mujeres con VIH con las que hemos hecho charlas de higiene y de alimentación saludable. Además formamos un grupo de rehabilitación nutricional para niños con desnutrición de la comunidad. Ha sido bastante lento, sobre todo con las asistencias de los niños y las visitas domiciliarias, pero de a poco comienzan a subir de peso. Aún queda mucho por hacer, sobre todo buscar un equipo local que aprenda y pueda mantener el programa cuando nosotros nos vayamos.

La experiencia ha sido increíble, enriquecedora y sin duda volveremos con infinitos aprendizajes, historias y recuerdos.  Como Nhangondo, un lactante de 4 meses que habiendo nacido con 3,2 kg, llegó a hospitalizarse con 2,9kg. Daba la sensación que se iba romper, no tenía fuerzas ni para llorar. De a poco con leches terapéuticas comenzó a subir de peso recuperando el llanto y la risa. Después de un mes se fue de alta con 3,7 kg.

O Sauca, un niño de 3 años con kwashorkor que ingresó con 8,4 kg y bajó hasta 7 kg en la medida que perdía el edema. A pesar de que nos costó que le gustara, comenzó a subir de peso con el RUTF (ready to use terapeutic food). La impotencia de no tener nada que hacer con un niño en status epiléptico que no respondía a diazepam (único anticonvulsivante parenteral), nos enseñó que a veces la preocupación, una palabra, nuestros oídos o el simple hecho de estar con el paciente y sus familiares, el no abandonarlos, puede ser igual o más importante. Y sobre todo nos demostró que nunca hay que perder la esperanza; después de varia horas salió del status.

En el hospital hemos ayudado con un programa de formación continua en que se hacen pequeñas capacitaciones o actualizaciones en ciertos temas. Nos llegó un niño con deshidratación severa y después de varios intentos frustrados de poner una vía, los enfermeros sintieron que no había nada más que hacer. Sin duda, el manejo de la deshidratación es un tema pendiente. Después de muchas horas de estar sentados en la cama de la guagua, dándole SRO con jeringas en la boca, logramos que mejorara.

Manejar el tema de la muerte se nos hecho difícil, dado la alta mortalidad. Habiendo en todos nuestros años de formación presenciado o ayudado en muy pocas reanimaciones, acá ha sido bastante frecuente. Como un día que tuvimos que reanimar a un niño, declarar la muerte de otro y ver escaparse a otra mamá con el cadáver de su hijo en la espalda. Con el tiempo, el apoyo entre nosotros y de otros voluntarios de la misión hemos aprendido a llevarlo mejor, sumado que logramos entender que acá se le da otro valor y significado a la muerte y que nunca hemos vuelto a tener un día con tantas muertes como aquel.

Estamos felices de poder compatibilizar el trabajo de médico con la vida de vecino, la vida de comunidad, donde uno no sólo aporta en su área sino que aporta desde el ser, estar, escuchar, entender y compartir con las personas que nos rodean. El vivir con la comunidad con que trabajamos nos ha permitido que los pacientes no sólo sean nuestros pacientes, sino también personas con las que tenemos lazos afectivos como nuestra vecina, nuestra amiga o el hijo de alguien cercano.

A pesar de toda la dificultades y problemas que pueda tener la gente, nos ha llamado la atención que se alegran con pequeños detalles, que disfrutan de la simpleza, que valoran mucho a la familia, la relaciones interpersonales y sobre todo que son felices.

Se despide,

Olivia, Aron y Denisse.

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