ANDROMEDA-SHOCK-2: Estudio clínico UC con 1500 pacientes impacta la Medicina Intensiva en el mundo
La investigación liderada por académicos UC, convocó a más de 800 colaboradores en 19 países, logrando una estructura personalizada para la reanimación en pacientes con shock séptico
Era 2021, la pandemia seguía complicando a pacientes en la unidad de cuidados intensivos, y en el estar de médicos de la Clínica San Carlos Apoquindo, el Dr. Glenn Hernández, junto al Dr. Eduardo Kattan, ambos intensivistas y académicos de la Escuela de Medicina UC, reflexionaron sobre cómo generar estrategias personalizadas que permitieran guiar la reanimación de pacientes con shock séptico, buscando una alternativa al estándar de cuidado.
Los pacientes con shock séptico son quienes presentan las infecciones más graves. Fallas en los órganos a causa de la falta de oxigenación y flujo de sangre, lo que provoca que empiecen a morir poco a poco. La reacción del equipo médico es crucial. “Reanimar significa restaurar la circulación a nivel normal, y eso debe hacerse en pocas horas”, comenta el Dr. Kattan, mientras explica su investigación.
De 6 a 8 horas es el lapso donde el intensivista, junto a su equipo, buscan lograr la menor cantidad de secuelas en los pacientes que entran en reanimación. No sólo para salvar la vida, sino para lograr un estado óptimo para vivirla. Ahí es donde llega ANDROMEDA-Shock-2, la idea concreta que en 2021 inició su camino para, con señales simples a un lado de la cama del paciente, guiar una reanimación personalizada que mejorara la calidad de vida.
Colaboración global
Una herramienta intuitiva, que no necesitase mayores recursos de monitoreo o exámenes de laboratorio. Ese era el camino que fueron guiando con más de 800 colaboradores de 19 países, correspondientes a Norteamérica, América del Sur, Europa y Asia.
Con un toque presionando el dedo índice, como cuando uno juega con sus yemas, Glenn y Eduardo vieron cómo el tiempo de llenado capilar se correlacionaba con la normalización del flujo sanguíneo y la oxigenación de la sangre. Donde reunieron este tipo de estudios -probados en Andromeda shock 1-, para construir el corpus teórico del proyecto, que convocó un total de 1501 pacientes, divididos en 86 hospitales.
Desde el Hospital Barros Luco, pasando por el Hospital de Quilpué y llegando hasta el hospital Al-Amiri, en Kuwait, los intensivistas tuvieron que enfrentar desafíos logísticos: países que solicitaban seguros por sobre los mil dólares por paciente; plataformas que aseguraran el resguardo de datos, pese al anonimato; el cuestionamiento al realizar estudios en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), entre otros.
Pese a los obstáculos, la motivación por ser un aporte en las personas internadas y sus familias, donde gracias a la metodología se podía reducir el tiempo de soporte vital y secuelas de los pacientes reanimados, era el motor de los investigadores partícipes. Voluntarios, que recibían llamadas a las 3 a.m por el cambio de horario entre los países participantes, quienes se reunían por Zoom para traducir los protocolos de uso y que utilizaban el emoji de una llama de fuego en WhatsApp, para anunciar la inclusión de nuevos pacientes en el estudio.

Una investigación que podía salir bien o mal. Que se jugaba el esfuerzo de un equipo compuesto por distintos profesionales del área de la salud, el cual requirió 4 años para su ejecución, donde las preguntas sobre si continuar abundaban. Ahí es donde Kattan justifica la participación: “Logramos el esfuerzo colectivo, generando un reencantamiento con la profesión que buscó no sólo llegar a hospitales con grandes tecnologías, sino más bien en un recurso eficiente, rápido y efectivo para todos, con un enfoque humanizado”.
Un compromiso esencial
Glenn explica que la relación médico-paciente es esencial, porque es ahí donde radica el alma de este proyecto; Individualizar la terapia es la clave. Comprimir el dedo del paciente, para con ello evaluar señales fisiológicas, incluyendo la presión de pulso, arterial, sistólica, y con ello ir ajustando la terapia.
Poder restaurar la circulación del paciente y lograr una reanimación eficiente, finalmente se traduce en una estadía en UCI más corta; Menor tiempo de ventilación mecánica; Menos días recibiendo diálisis y soporte vital. “Y lo más importante, menos horas de angustia para las familias”, agrega Hernández.

No hay costos más que la dedicación humana: “El protocolo no involucra mayor gasto para el paciente ni el hospital. No hay”, consigna el intensivista, lo que traduce una herramienta accesible y cambio en salud pública; Reducir los tiempos de soporte vital en pacientes por reanimación a causa del shock séptico, implica tener más camas en UCI disponibles para otros pacientes que puedan necesitarlo.
Es el 29 de octubre que el equipo de ANDROMEDA-SHOCK-2 logra la publicación en Journal of the American Association (JAMA), una de las 3 revistas científicas más importantes en el área de la medicina. Un hito clave para la Medicina Intensiva y la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde desde el sur del continente americano, se logran investigaciones que cambian la salud. “Este estudio tendrá impacto a nivel mundial y sin duda cambiará la forma en que se reaniman los pacientes en shock séptico en cuidados intensivos”, culmina Eduardo Kattan.